Sabemos que el pasado actúa sobre el presente y sobre la configuración del futuro. Pero sabemos que también ocurre lo contrario: la idea de futuro modela las expectativas del presente y cada presente lee en su propia clave los acontecimientos del pasado. En 1917, la Revolución bolchevique debía suponer la culminación del movimiento de emancipación socialista que las revoluciones de 1848 habían puesto en marcha y el punto de partida de las propuestas del comunismo como horizonte de la política, al menos hasta la caída del muro de Berlín, en 1989. la muestra plantea una lectura de aquel acontecimiento que 'conmovió al mundo' y atravesó durante décadas las conciencias culturales y las ideologías del activismo político. No se trata de una exposición celebratoria ', de una' memoria iconográfica 'ni de un' recuento histórico '. Tampoco se busca el balance crítico, la hagiografía exultante o la melancolía confortable. Lo que pretendemos es presentar un informe sobre la situación actual de la Revolución soviética de 1917 ', a fin de facilitar una lectura en clave de hoy de las voces y los ecos de aquel evento.
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