Guinovart. Matèries en erupció: 1975-1985

El año Guinovart arrancaba a finales del 2017 coincidiendo con el décimo aniversario de la muerte del artista y culmina en 2019 con dos muestras (en la Joan Prats i la Fundación Vila Casas) que reivindican la figura de un creador en reinvención constante. Guino, como le llamaban los amigos, defendía transgredir los límites de la pintura y moverse por estilos, procesos y materiales, siempre con la naturaleza presente.
En la galería Joan Prats, con la que trabajó durante tres décadas, revisitan la obra de entre 1975 y 1985 y recuerdan que el año 79 fue brillante para Josep Guinovart, con exposiciones en Nueva York, París y Barcelona por triplicado (en la Fundación Miró y en las galerías Joan Prats y Trece). Es una década marcada por el informalismo, de creación de piezas híbridas (son pintura, escultura o instalación?, si es que hay que poner alguna etiqueta). Destacan los fragmentos de uralita intervenidos -les ata troncos, aplica el color que haría Guino tan reconocido- y las cartografías, vistas cenitales de poblados realizados con barro, resultado de su reciente descubrimiento de Argelia. La tierra, la africana, la de Agramunt que interiorizó de niño y el paraje de Castelldefels, donde tenía el estudio, se evoca a través del color tostado y la inclusión de elementos naturales, como semillas o copos de paja. El Guinovart inédito se encuentra en una pequeña colección de cuadros en collage que parece brotar de dentro, tal como sugería el artista en una entrevista -esto ha inspirado el título de la muestra, 'Materias en erupción'.