La exposición 'Los colores del fuego. Hamada-Artigas' revela la gran amistad y admiración mutua de dos de los ceramistas más importantes del siglo XX, el catalán Josep Llorens Artigas y el japonés Hamada Shōji. La muestra presenta en forma de diálogo entre los artistas una selección de más de 140 piezas procedentes de colecciones públicas y privadas.
A pesar de que el estilo de ambos ceramistas era muy diferente, coincidían en la búsqueda del sentido de la belleza más pura, a partir de los valores estéticos de la tradición. Tuvieron una relación personal estrecha y se influyeron mutuamente en el ámbito artístico.
Hamada (1894-1978) fue declarado Tesoro Nacional Viviente por el gobierno japonés en 1955. No firmaba sus cerámicas porque entendía que eran parte de la naturaleza y que contenían todo el bagaje de una tradición anónima artesanal. Su obra tenía una profunda conexión con su entorno más próximo. Por eso, repetía formas y motivos con los que tenía una relación estrecha, en especial las cañas de azúcar de Okinawa, y usaba esmaltes extraídos del entorno natural que lo rodeaba.
Artigas (1892-1980), en cambio, sí que firmaba sus obras y a veces lo hacía con nombres poéticos y sugerentes. Cada una de sus cerámicas era una obra de arte única e irrepetible, sin perder nunca un equilibrio armónico simple y depurado. Estas nociones las incorporó de la tradición cerámica oriental, puesto que Artigas fue uno de los primeros catalanes en acercarse.
La exposición también explora el impacto que la cerámica japonesa tuvo en Cataluña, con una compilación de obras de otros artistas que, como Artigas y Hamada, se acercaron al movimiento 'mingei', de recuperación del arte popular japonés. Destacan nombres conocidos como los de Joan Gardy Artigas, Eudald Serra, Joan Miró, Elisenda Sala o Ramon Carreté.
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