Reseña

De Lipchitz a Sol Lewitt. Dibuixant una col·lecció

4 de 5 estrellas
  • Arte
  • Crítica de Time Out
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Time Out dice

"Un gran dibujo es como el mapa de una isla recientemente descubierta. Excepto que es mucho más fácil leer un dibujo que un mapa; ante un dibujo, los cinco sentidos se convierten agrimensores". Me he encontrado con estas líneas, del libro 'Un pintor de hoy' firmado por John Berger, justo unos días antes de visitar 'De Lipchitz a Sol LeWitt. Dibujando una colección' y descubrir con gozo como un galerista se rinde a los senderos del papel sin más pretensiones que la de querer señalar sus nombres propios. Marc Domènech conjura, de manera casi cartográfica, los principales artistas del siglo pasado y, a veces, lo hace por parejas, buscando estéticas similares y motivos que se repiten a pesar de la distancia cronológica. Para empezar, 'Estudio para un bajorrelieve', de principios del siglo XX, de Jacques Lipchitz, presentado entre dos Sol Lewitt ('Cuadrado' y 'Paralelogramo', de los 80), un tándem donde reverbera una continuidad formal más que evidente. En medio de dos garabatos de Joan Miró, sobresale un cartón prensado irregular de Gaston Chaissac, y las líneas y colores del surrealismo y el arte bruto se entrelazan.
Plantada ante el veraniego 'Hombre que lanza una piedra' (1920) de Picasso, se me ocurre que el dibujo es una de las artes más honestas. Muestra el vigor del artista, el trazo dudoso, el error y la corrección, y delata la sencillez maravillosa en la ejecución. No hay trampa, la intención se revela de manera natural. La Escena campesina '(1912) de Joaquín Torres García con las marcas y las medidas en lápiz para trasladarlo al muro como fresco es una prueba de que la pieza, concebida en un primer momento como ensayo, funciona también ahora como obra total. ¿Quién dijo que el dibujo era un arte menor?

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