"Me temblaban las piernas", asegura Francesc Fàbregas, que fue el único fotógrafo acreditado en el primer concierto de Bruce Springsteen en Barcelona y en España. El management del artista quería que una única cámara inmortalizara el show para toda la prensa, no solo barcelonesa sino también española. Hacía ocho años que los fans esperaban a Springsteen y era un momento dulcísimo de su carrera: acababa de publicar 'The river' (1980). Además, el país acababa de vivir el 23F pocos años después de salir de la dictadura. Los astros se habían alineado para que el Palacio de Deportes de Montjuïc se convirtiera en una olla a presión, aunque solo había 7.000 almas y que el recinto no se llenó (costaba 900 pesetas).
El pitote que montaron sacudió al grupo
Este recorrido por los jardines del Palau Robert –una exposición gratuita– permite revivir en blanco y negro y en color aquellos momentos que han pasado a formar parte de la mitología del Boss y de su relación de amor con Barcelona. "No me acuerdo de nada", asegura un Fàbregas completamente entregado a la responsabilidad que le había sido encomendada. Son una treintena de instantáneas (de las cuales tres o cuatro inéditas) salpicadas de recuerdos de las personas que asistieron al concierto: Gay Mercader (el promotor), contando que fueron a cenar al Amaya, músicos como Loquillo y Ramoncín (a los que causó una gran impresión) y periodistas.
En su autobiografía, 'Born to run', el propio Springsteen recordaría: "Las caras que vimos en el concierto fueron de las más apasionadas que nunca se hayan visto en todo el planeta. A pesar de que solo tocábamos para varios miles, el pitote que montaron sacudió al grupo y la cosa fue inolvidable. Volveríamos".