¿Existe el arte plástico sonoro? Esta es la pregunta que formula -sólo el título ya plantea la duda- la última apuesta de la Fundación Miró. Es evidente que la pintura es, sobre todo, una cuestión visual. Sin embargo las artes no son campos cerrados y desde el siglo XIX y hasta la actualidad los artistas se han visto seducidos por la música, el sonido, y la han tomado como fuente de inspiración. A través de obras de artistas del nivel de Delaunay, Rolf Julius, Beuys y Joan Miró, la muestra comisariada por Arnau Horta analiza como la sonoridad ha dejado huella en el arte de los últimos siglos tanto en el ámbito visual, como el temático y conceptual. Ya sea como fuente de inspiración, con títulos tomados de términos musicales -fuga, nocturno, etc.-, incorporando el sonido a la obra de arte a través de mecanismos o grabaciones sonoras o bien empleando recursos visuales como pueden ser, por ejemplo, partituras y los gráficos de ondas sonoras.
La exposición, muy interactiva, pide a menudo la intervención del espectador y nos demuestra que no sólo podemos escuchar con los oídos sino que, en ocasiones, tenemos que hacer uso de todo el cuerpo. Pone el punto final a un ámbito dedicado al concepto de silencio con obras de John Cage y otros artistas que, del mismo modo que nos cuestionan la sonoridad del arte, ponen en duda la existencia del silencio.