Hace 17 años, en una Malasaña por aquél entonces algo demacrada, abría sus puertas un establecimiento de 2.500 metros cuadrados, tres plantas y un lema: "El centro comercial para los que odian los centros comerciales". Era el 10 de diciembre de 1998 y entonces comenzaba su andadura el Mercado de Fuencarral, una institución no solo comercial sino también fundamental para la idiosincrasia de Madrid.
Su inauguración supuso la apertura de la ciudad a una oferta de moda, estilo y cultura independiente y de vanguardia, que ni entonces y ni siquiera ahora, puede encontrarse en ningún otro rincón de la ciudad. El número 45 de la calle Fuencarral se convirtió así en lugar de peregrinación para todos aquellos jóvenes que buscaban marcar una diferencia y expresarse con su forma de vestir. Porque hasta hace nada aquí podías encontrar desde unas botas negras que te cubrían las rodillas hasta pendientes con figuras de Lego y vestidos de aire naif. Hubo un tiempo en el que incluso podías atravesar sus puertas con un tatuaje o un corte de pelo nuevo.
Hasta 60 locales diferentes llegó a albergar el mercado en su mejor momento. Un hervidero de pequeños comercios que sirvió además de revulsivo a un barrio que pronto se convirtió en uno de los más atractivos y modernos de la capital. En esta ecléctica amalgama de todo tipo de productos se gestó también un importante movimiento cultural, fomentado por una sala de exposiciones, otra de cine y teatro y hasta un bar, que durante un tiempo convivieron con los comercios del local.
La música siempre ha sido otro de los pilares del mercado, donde han llegado a pinchar importantes DJs. Aunque quizá sus fiestas más importantes fueron las seis Raves del Mercado que se llegaron a celebrar, y donde la música electrónica, aún en pañales en España, comenzaba a despuntar. Hoy poco queda de aquél espíritu revolucionario que cambió no solo un barrio, sino una ciudad entera.
Liquidación y cierre
Las ofertas por liquidación y cierre protagonizan ahora los carteles que cuelgan en el interior de este icono madrileño. Los comercios del mercado están obligados al traslado o a la desaparición, y aunque entre ellos existe cierta tristeza por tener que abandonar este emblemático espacio, muchos aseguran que "se veía venir". Ramón Matoses, propietario del edifcio, justifica su cierre porque "se ha cumplido un ciclo". Ahora el dueño del establecimiento es un fondo de inversiones que, cuentan los rumores, pagó por él más de 20 millones de euros.
Es posible que Matoses tenga razón, se ha cumplido un ciclo. ¿Pero justifica esta circunstancia convertir otro icono de la ciudad en un H&M o Uniqlo, dos de los posibles futuros dueños? En cualquier caso, el 25 de julio es el punto y final de una etapa que muchos echaremos de menos. Una lástima.