Es precisamente lo que su nombre indica: un bar de copas baratas cerca de Moncloa. Ron, whisky o vodka que ronda los cuatro euros por consumición, mientras la caña se bebe por debajo del euro. Aunque no son abundantes, no te perforan el estómago.
La decoración es muy funcional. Los adornos naranjas contrastan con las austeras paredes grises. Y al fondo, una pared de papel pintado con falsos periódicos. Acude antes de que se haga famoso y la muchedumbre perturbe la tranquilidad que nos gusta a los buenos conversadores.