La salita, 1970
©Equipo Crónica (Manolo Valdés), VEGAP, Madrid, 2014La salita, 1970
©Equipo Crónica (Manolo Valdés), VEGAP, Madrid, 2014

Cinco razones para no perderte la exposición 'Mitos del Pop'

La muestra que organiza el Museo Thyssen se confirma como un 'must' para el verano. Te damos cinco motivos que te convencerán de ello

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El Museo Thyssen-Bornemisza acoge una de las exposiciones del verano: 'Mitos del Pop'. En ella podrás ver 104 obras de algunos de los mayores representantes de la corriente que dio el pistoletazo de salida al arte contemporáneo, desde Warhol a Lichtenstein o Blake, pero también la obra de otros menos conocidos (los europeos, básicamente). ¿Vale la pena pagar los 11 euros que cuesta la entrada? Rotundamente sí. Te damos cinco razones para convencerte de ello.

Porque está muy bien planteada

La muestra estrella de este verano en el Museo Thyssen-Bornemisza ha sido comisariada por Paloma Alarcó, jefe de Conservación de Pintura Moderna del Museo, y eso ya significa que empezamos bien. Alarcó tiene un don: sabe plantear una exposición para que te entre por los ojos (ya lo hizo con la maravillosa muestra de 'Monet y la abstracción' hace un tiempo) y para construir un argumento alrededor de ella sin que nos resulte inaccesible, pedante, ni mucho menos incomprensible. La exposición 'Mitos del Pop' ha sido también tocada con la varita mágica de su trabajo (y el de su equipo), y se nos presenta con un hilo conductor que no es temporal, ni por autores, sino temático. Bien. Solo eso ya nos genera interés. Collage, publicidad, cómic; Emblemas; Mitos; Retratos; Paisajes, interiores, naturalezas muertas; Erotismo urbano; Pintura de historia y Arte sobre arte son esos hilos conductores que nos llevan de la mano por todas las variables que hubo dentro de este movimiento que marcó el inicio del arte contemporáneo. Y, como decíamos, te entra por los ojos: estamos ante una exposición de gran impacto visual, incluso abrumador. Es colorida, luminosa, hay variedad de formatos (incluyendo neones y el divertido 'Balancín rojo', de Öyvind Fahlström). Y aunque sólo sea por quedarte con esa sensación en el cuerpo te merecerá la pena haber pagado la entrada.

Porque aprenderás algo más de historia del arte

El tópico nos dice que el Pop Art es fácil de ver, que es muy visual, muy contemporáneo, muy de nuestros códigos actuales. Por eso, puede que una de las grandes sorpresas de la exposición sea precisamente descubrir cómo enlaza con la tradición de la pintura y sus grandes temas: naturalezas muertas, desnudos, retratos, paisajes... Porque además de que sus artistas influyeran en el arte y el mundo que los rodeaba, también son herederos y rinden homenaje a una tradición pictórica (ahí están esa 'Naturaleza muerta nº 34' de Tom Wesselmann, el 'Florero II' de Sigmar Polke, o la 'Taza de café' de Lichtenstein; y, cómo no, esa reinterpretación de 'Las Meninas' del Equipo Crónica en 'La Salita', o la maravillosa 'Cabeza renacentista' de Hockney, la versión pop de un característico retrato de perfil del siglo XV). El que como visitantes recibiéramos eso es uno de los grandes desafíos que se ha planteado (y conseguido) el Thyssen, que no es, de hecho, un museo de arte contemporáneo, y que deseaba hacer que esta muestra encajara también con su colección y con el perfil de sus visitantes. Así, no sólo ves una serie de cuadros que te pueden gustar más o menos, sino que sientes que has aprendido algo.

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Porque es la exposición del verano

Esto funciona así: un gran museo como el Thyssen plantea una gran exposición (esta vez son 104 obras las que se exponen) que durará todo el verano y no se hablará de otra cosa. Habrá además ciclo de cine, conciertos y conferencias en torno al tema. Incluso un cómic. Y ahí estamos también los medios haciendo nuestro trabajo, cierto (recuerda cómo fue el año de Antonio López. O ibas o ibas. No había otra opción). Pero es que además el museo ha tenido un golpe de suerte (sí, ha sido suerte, no se han puesto de acuerdo): el Reina Sofía ha programado casi a la vez (del 27 de junio al 13 de octubre) una muestra sobre Richard Hamilton, uno de los grandes exponentes del Pop Art. De esta manera, 'Madrid es Pop' será uno de los eslóganes oficiales de la ciudad esta temporada y te lo encontrarás hasta en la sopa. Pero si esto no te resulta suficiente presión para ir, otro dato: hace 25 años que la capital española no acogía una gran muestra dedicada al Arte Pop. Así que, no vaya a ser que pase otro cuarto de siglo para que se repita, todo apunta a que debes verla ahora.

Porque se te olvidará Warhol como único exponente del Pop Art

Te dicen Arte Pop y piensas en la lata Campbell o en el retrato de Marilyn de Warhol. Es automático. Y ése es precisamente uno de los grandes riesgos de esta corriente artística, que tendemos a simplificarla. Pero lo que la muestra 'Mitos del Pop' nos viene a enseñar es que hay vida más allá del famoso y revolucionario artista estadounidense y que hubo muchos otros en aquella gran explosión que fue el Pop Art, a este y al otro lado del charco. De hecho, la muestra está planteada como un diálogo entre el Pop europeo y el norteamericano donde se hablan de igual a igual. Incluso los españoles (Eduardo Arroyo, Luis Gordillo, Equipo Crónica, Equipo Realidad...) están 'en la misma Liga' que los grandes (y esto a nosotros, “que somos tan acomplejados”, como decía la propia Alarcó al presentar la exposición, nos va muy bien). Las exposiciones temporales se componen siempre de préstamos, y el Thyssen podía haberse conformado con traer para la muestra las obras más importantes del Pop Art, pero se ha centrado en trabajar con un Pop muy inicial, de los años cincuenta y sesenta, y en desarrollar un planteamiento temático que rescatara incluso 'eslabones perdidos' como los collages de los pioneros del movimiento, Hamilton y Paolozzi. Olé.

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Porque desmontarás tus mitos en torno al Pop Art

El arte Pop fue un movimiento revolucionario que rompió con los elitismos de las vanguardias anteriores y que supo llevar al arte el espíritu de la época. Era un momento en que las ciudades se llenaron de imágenes y estos artistas incorporaron esa cultura visual, consumista, publicitaria, al mundo artístico. Warhol, Lichtenstein, Hockney, Polke, Richter... comprendieron esa mitomanía de la sociedad (era el apogeo de Hollywood, esa gran máquina de fabricar mitos), esa veneración por sus iconos, y la transformaron en arte. El nombre de la exposición quiere jugar precisamente con esta idea: la mitomanía del Arte Pop, y nos la enseña (hay una sección llamada 'Mitos', donde verás la obra del italiano Mimmo Rotella con Liz Taylor como reina del Nilo en 'Cleopatra';  'The 1962 Beatles', de Blake, 'Liberación', de Richard Hamilton, y, cómo no, 'Marilyn Monroe en blanco y negro' y 'Marlon' de Andy Warhol, entre otras), pero también la desmonta. Porque lo que pretende a su vez el Thyssen es desmitificar al Pop. Porque es cierto, tal como anuncia la cita de Hamilton que abre la exposición, “el Pop Art es: popular, efímero, prescindible, barato, producido en serie, joven, ingenioso, sexy, divertido, glamuroso, un gran negocio”. Y sí, es fácil de ver. Pero detrás hay una ideología que cada artista nos transmite. “Fue un movimiento intelectualmente potente y estéticamente muy atractivo”, explica Alarcó. Cada obra alberga una valoración sobre la política, la publicidad, y el propio arte que te merecerá la pena desentrañar. Porque, a fin de cuentas, todos somos un poco hijos del Pop.
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