Cal Brut
©Ivan Moreno
©Ivan Moreno

Guía de bares de Barcelona con carisma

Los mejores bares de Barcelona lo son también por la biografía de sus propietarios. Repasamos algunas de las más curiosas

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La mística del bar es una fuerza insondable que atrae al ser humano desde hace siglos. Dicen que la familia es el refugio definitivo, pero ¿dónde nos refugiamos de la familia? En el bar, siempre en el bar. Así pues, un lugar de importancia tan vital para mantener el juicio en los tiempos que corren no puede ser un lugar deprimente, regentado por gente deprimente. Un bar, entendido como un santuario espiritual del beber, como cobijo personal e intransferible, ha de tener un elemento fundamental que lo haga respirar y fidelice la clientela: la huella de su propietario.

  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Marc Azcona trabajó en la televisión, pero después de presentar un programa infantil decidió que quería vivir la vida. Y la empezó a vivir en su propio local. Cal Brut es un recopilatorio de todos los bares y lugares que ha visitado en sus aventuras: “Es como mi habitación”, confiesa. Ha encontrado la fórmula para ahuyentar a los turistas y fidelizar a la gente del barrio. Es el psicólogo definitivo. Cada rincón está impregnado de sus vivencias. Han sido seis años al límite y ahora el bar empieza a funcionar, pero las facturas le importan un bledo. Sabe que ha parido un lugar especial: “Aquí se han formado parejas, se han reencontrado amigos que hacía 20 años que no veían, me dan una pasta y no lo traspaso”. Más claro, el agua.

Cervantes
Cervantes

Tres huracanes. Las hermanas Esteve (Cristina, Glòria y Gemma) son caras conocidas en el Gòtic. Ellas y el Cervantes son lo mismo: “Hemos nacido en el bar”, dicen. Han conseguido mantener vivo el tejido social del barrio en un espacio que traspira su personalidad. Llevan el negocio en las venas, es una herencia familiar que se remonta a principios del siglo XX. Toda una vida entre cafés, bocadillos y tensiones fraternales. Y lo más bestia es que tienen tiempo para ejercer de madres trabajadoras. Las Esteve se hacen querer de verdad: me enseñan la sartén en la que cocinan las mejores tortillas de queso del universo y me dan libertad para desvelar sus edades: “Estamos de puta madre”, dice Gemma. 

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  • Bar de bocadillos

Dejaron atrás Agon-Coutainville (Normandía) y no quieren volver. Admiten que el primer año pensaron en cerrar el negocio por las peleas consanguíneas. Chocaban. Finalmente, la grandeza de lo que habían creado se impuso a las disputas. Han recorrido mucho mundo antes de encontrar su paraíso en Barcelona. Suiza, Granada, Australia... nada se puede comparar al Casal, un bar con bocadillos increíbles, batidos exquisitos y menús baratos de influencia francesa. Podrían ampliarlo, hacer más horas, ganar pasta, pero tienen suficiente con la familia que han formado. Por eso, bajan la persiana a las 17 h y el fin de semana descansan. Estos normandos saben latín. 

  • Bodegas
  • El Raval
Ikki
Ikki

Daniela y Yuki son pareja y han dado vida a un bar de barrio atípico que ellas quieren imaginar como un punto de encuentro. Se trasladaron del Raval al Poble-sec por falta de espacio. Les ha costado darse a conocer en el barrio, pero ahora ya forman parte de él. El Ikki es una combinación de influencias de lo más estimulantes: el arrebato italiano y la disciplina nipona. Y de estas brasas sale un negocio único que sirve vinos de calidad, vermut, recetas asiáticas e incluso permite al cliente hacerse su propio sushi. El Ikki es la historia de dos chicas que volaron de Roma y Kyoto por curiosidad y han encontrado en Barcelona la mejor tierra en la que echar raíces. Por cierto, están hartas de que las confundan con el restaurante Iki (con una sola k). Queda dicho.

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  • Les Corts

Brazos tatuados. Presencia imponente. Mucha mili. Jordi Bou puede presumir de tener el bar rockero al que van los rockeros de verdad. Junto con Óscar Manresa cogió las riendas de un local que también habría podido ser de Loquillo. Después de hacer de crupier, Jordi trabajó de 'roadie' del Loco; se nota que lleva el rock and roll en la sangre. Ha hecho que el 99% sea una extensión de la cultura musical que lo vuelve loco, el clásico bar rockero donde puedes cenar una hamburguesa y ver actuaciones de doo wop, rockabilly y otros estilos en directo. Un templo que cada fin de semana se llena de motos antiguas y rockeros de todas las generaciones... ¡Incluso Leslie de los Sirex se ha subido al escenario!

  • El Poble-sec
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Las guitarras resuenan en el cerebro de Charly Ramírez desde hace eones. Vive por el rock and roll. Lo recordaréis de la tienda de discos Overstocks; estuvo allí una década. Pero su triunfo es el Psycho, un bar donde hace cuatro años que controla el cotarro y donde la gente va a escuchar música ruidosa en familia. 'Hipsters', rockeros, heavies, mods... aquí hay sitio para todo tipo de gente. Y cuidado porque ha tenido clientes ilustres: los Jayhawks o Jon Spencer Blues Explosion son algunos de los músicos que han comulgado en la parroquia. Porque el Psycho es mucho más que un bar: es la historia de 40 años de rock explicada a través de la historia de Charly. “No pesan los años, pesa el insomnio”, confiesa. Tranquilo, amigo, dormir es de cobardes.

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  • El Gòtic
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bar Mingus
Bar Mingus
El Mingus es una rareza entre los bares para turistas del Gòtic, igual que Charles Mingus también era el músico de jazz negro que, en aquella época, se atrevía a tocar un instrumento de blancos. Entre tanta melodía desafinada de pinchos de plástico, el Mingus entona con unas sabrosas albóndigas y una ensaladilla rusa de concurso. Tiran la caña como Dios manda.  
  • Locales de noche
  • Sant Antoni
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bar Olimpia
Bar Olimpia

Laura López puede con todo. Saltó al vacío con cuatro euros y dos socios para montar un bar en un barrio que todavía no estaba de moda: Sant Antoni. Le salió bien, y ahora comanda el Olimpia, uno de los espacios con más personalidad de la zona. Por ella pasan todos los dolores de cabeza burocráticos, la parte administrativa, el trabajo duro. Pero le vale la pena ver que su bar, de la nada, se ha convertido en una referencia de culto en las guías más prestigiosas de Barcelona. Y tiene planes de futuro, nuevas propuestas de hostelería que todavía no quiere desvelar. Lo que sí que confiesa es que en el Olimpia conoció a su compañera. “El calor del amor en un bar”, que cantaba Jaime Urrutia.  

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  • Bodegas
  • Gràcia
  • precio 2 de 4

25 años mandando en Joanic, desde que el antiguo propietario le traspasó el local después de ser aprendiz. Habla con la pausa del veterano. El boom del vermut no le pilla de nuevas. De hecho, me dice que él inventó el concepto vermutería, y me lo creo a pies juntillas. Los gitanos de la plaza del Raspall le recortaron el nombre. Y en Gràcia todo el mundo conoce a Cayetano Gabernet como el Tano. El local, una casa de payés de principios del XIX, es historia viva del barrio, una especie de álbum de vivencias de su propietario. Preguntadle por los relojes, por los cencerros, por los actores de 'La Riera'... En este santuario absolutamente todo tiene una historia.

  • Coctelerías
  • El Raval
  • precio 2 de 4
Caribbean Club
Caribbean Club

Cuando he visitado la barra del Caribbean a una hora prudente siempre me he encontrado con la gestualidad pausada y la amabilidad confortadora de Juanjo González, uno de los bármanes más precisos e inspirados de Barcelona. Desde que cogió las riendas del Caribbean, su figura ha adquirido tonos legendarios. Siempre sabrá con qué veneno iniciar la ofensiva de vuestros problemas: te mira a los ojos y ¡pam!, ya sabe lo que quieres. Dicen que es un alquimista del mezcal. Dicen que el Caribbean es un sueño. Dicen, dicen...

  • Coctelerías
  • L'Antiga Esquerra de l'Eixample
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Solange
Solange

Alfredo Pernía es el 'bartender' perfecto, el psicólogo silencioso, el pistolero pausado. Observa desde la barra, estudia al cliente, y el olfato nunca le falla. Sabe cuándo necesita un poco de charla, o cuándo necesita que le sirvan la copa o lo dejen solo. Y sabe escuchar. Creedme, el Solange es un salvavidas emocional cuando vuestra vida naufraga: dejad que Alfredo, con su muñeca sedosa, os haga volver a tierra firme.

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  • Coctelerías
  • Vila de Gràcia
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out

Luca Izzo es optimismo, pasión, ganas de vivir. Siempre atento, siempre con una sonrisa; el trato que profesa al cliente es vigorizante. Y lo mejor es que su vitalidad se traslada a las copas que prepara: coloristas, frescas, imaginativas... pura inspiración. Si habéis tenido un mal día, dejad que os trate con el mejor Prozac que se conoce en Gràcia: una aleación de talento coctelero y buenas vibraciones a prueba de hundimientos emocionales.

  • Eixample
  • precio 3 de 4

La familia Solà hace 60 años que hace historia en los fogones de la Bodega Sepúlveda. Padres, hijos, hermanos... incluso un primo les ayuda de vez en cuando. Se agradece el trato cálido y profesional del linaje: a los Solà nadie les puede enseñar nada a día de hoy.

  • La Barceloneta
  • precio 1 de 4
La Cova Fumada
La Cova Fumada

Las bombas picantes de la abuela Maria han alimentado a la fauna de la Barceloneta desde hace dos glaciaciones. Dicen que ella las inventó. Lo cierto es que la señora pisa fuerte y también sus descendientes, repartidos por todo el negocio, haciendo correr las tapas. Sin la familia Solé, la Cova Fumada debería buscar el encanto bajo las piedras.

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  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 2 de 4
Casa Mari y Rufo
Casa Mari y Rufo

Son la familia más conocida de los alrededores del mercado de Santa Caterina. Padre, madre, hijo, nuera... aquí hay sitio para toda la estirpe de los Soria: una familia peculiar, ruidosa, auténtica y muy, muy amable con el cliente. Además, Mari y Rufo no sirven cualquier cosa: la materia prima vía Santa Caterina es cósmica.

  • Sant Antoni
  • precio 1 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Can Vilaró
Can Vilaró

Tradición familiar, unas maneras exquisitas y una cocina casera que hace temblar de lo buena que es. El linaje de los Vilaró ha conseguido que su local sea mucho más que un restaurante: es un refugio espiritual donde los problemas se evaden con la primera cucharada de fideos a la cazuela. Convertiréis a los Vilaró en vuestra familia adoptiva.

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