Una pareja media, en edad y condición social, blanca y hetero, entra en el reservado de un restaurante. Han quedado a cenar, como cada jueves desde hace doce años, con sus mejores amigos, otra pareja de la que iremos descubriendo que tienen una condición social un poco por encima de la media, digamos clase alta. Esta otra pareja, que siempre elige el restaurante para la cena de los jueves, hoy se retrasa más de lo normal. Y ese retraso es el contexto perfecto para conocer a Nicolás y a Eli, nuestros protagonistas, que en la contraposición con la pareja ausente, desatan sus costuras.
En Alterio reconocemos la esencia del arte de la interpretación
Es un arranque interesante, y teatralmente podríamos decir que la obra es impecable, al menos en los patrones típicos del teatro comercial, porque el texto avanza ágil y fluido, la dirección es meticulosamente invisible –marca Veronese– y la encarnación de esa desgraciada pareja, que levanta las risas del público con sus ocurrencias y su forma de relacionarse, es de premio, tanto la de David Lorente como la de Malena Alterio. Lorente es ese hombre común en el que confluye toda una herencia interpretativa genial que pasa por Alfredo Landa, José Luis López Vázquez o los más recientes Javier Cámara y Javier Gutiérrez. En Alterio reconocemos la esencia del arte de la interpretación, de cómo elevar la verdad en un lugar, en un sentimiento, en un convencimiento y llevarla a sus últimas consecuencias.
La dupla Veronese y Matías del Feder